martes, 15 de enero de 2013

Historias de Roma



Enric González
Editorial RBA, 2010

Pequeño y lúcido libro por parte de un periodista acostumbrado, por motivos de trabajo y/o por propio afán, a vivir en ciudades que no son la suya. Este libro no es una guía turística, aunque haya recomendaciones y descripciones de varios lugares turísticos, es el conjunto de impresiones y anécdotas que le dejó la ciudad a un viajero acostumabrado a vivir con poco equipaje pero con muchas ganas de aprender, de conocer y de comprender. Es la visión de una persona curiosa, de mentalidad abierta a otras costumbres, a otras formas de ver la vida, que se deja impregnar por ellas aunque no las comparta. El resultado es un retrato sin idealizar, como uno de esas obras renacentistas de ricos meceneas con sus vestidos, sus joyas y sus arrugas y defectos, donde muestra tanto los brillos como las flaquezas de la ciudad eterna. Un retrato con colores cálidos, terrosos, con cierto aire de nostalgia. Un retrato muy romano.

"La visión del río, de los tejados, de las cúpulas, del infame engendro blanco de Piazza Venezia [el monumento a Víctor Manuel II, a la que los romanos apodan la tarta, y en el que se encuentra la tumba del soldado desconocido], de las colinas arcillosas con sus pinos y de la luz romana, entre rosada y rojiza, me provocaban una nostalgia inefable. Hay otros lugares que ofrecen un panorama aéreo de la Urbe: el Gianícolo, el Palatino, el Quirinale. Yo prefiero el panorama desde las almenas de Sant' Angelo."
p 120
En el recorrido que nos propone el autor nos encontramos tanto a los archiconocidos iconos de Roma, el Vaticano..., como a rincones mucho más apartados de la marabunta turística, como el guetto juldío, e incluso aspectos sociológicos, como el calcio, los ultras, la truffa (estafa) o el pintoresco guardia de tráfico de Piazza Venezia, y culturales, la comida, el actor Alberto Sordi (una especie de Alfredo Landa romano). En todos ellos, sin embargo, el autor nos regala siempre algún detalle cotidiano y personal, una cafetería, una plazoleta...
Un libro imprescindible para quien quiera perderse por las callejuelas de Roma y cenar en antiguas pizzerias en vez de en restaurantes bajo las escalinatas de la plaza España.
Aquí un reportaje sobre el libro que me ha encantado.

La consabida colección de citas interesantes o curiosas:

"Roma fue un éxito inmediato. Los latinos convertidos en romanos sobrepasaron rápidamente a sus vecinos [etruscos al norte y oscos hacia el este y el sur], gracias a su flexibilidad y a su capacidad para integrar gente e ideas foráneas. Si hubo en la Antigüedad un pueblo relativista y propenso al mestizaje, ése fue el romano."
p 10
"Algo así [como un archeopteris] es la iglesia de Santa María en el Trastevere: un eslabón entre el Imperio romano y su resultado evolutivo, el imperio de la Iglesia católica. En cierto sentido, la Roma imperial no se extinguió: se transformó en otra cosa que aún vive. /.../
Tras la caída del Imperior romano, los sucesivos saqueos, las epidemias y el traslado del poder político hacia las capitales bárbaras del norte, Milán y Rávena, convirtieron la Urbe en una ciudad fantasma. Quedaron un pequeño asentamiento en el Trastevere y algunos grupos de pastores sobre las siete colinas. Y quedó el cristianismo, que pasó sus primeros siglos maldiciendo Roma, "la nueva Babilonia", y luego, tras la caída del imperio, comprobó que era insustituible y copió tanto su organización como su espíritu."
p 11
"Si quieren entender algo de la Roma de hoy /.../ recuerden que esta ciudad la hicieron los papas."
p 11
"Cada uno es libre de dar a su vida el sentido que le apetece. Para mí, la vida es educación: un proceso de aprendizaje. No hablo de alcanzar algún tipo de sabiduría, no fastidiemos, sino de enterarse, dentro de lo posible, de cómo funciona el mundo."
p14
"Hay tantas Romas como queramos. Digamos que, simplificando y en términos exclusivamente urbanísticos, hay un Roma antigua (el llamado centro storico), una Roma de finales del XIX (las avenidas que rompen la armonía del centro, la atrocidad de la "máquina de escribir" blanca en Piazza Venezia, es decir, el horrible Monumento a la Patria perpetrado por los Saboya, y algunos elegantes barrios residenciales como Prati, Patrioli o el menos conocido Macao, detrás de Termini, y una Roma mussoliniana: más avenidas que rompen la armonía del centro, unos cuandos edificios pretendidamente imperiales y ese barrio tremendo de las afueras construido para la nonata Exposición Universal de roma de 1942 y lógicamente denominado EUR. Luego están la Roma desarrollista, hacia las afueras, donde la mayoría de la gente normal vive en edificios bastante normales, y la Roma pobre y oscura, cruel, sexual y violenta de la borgata pasoliniana."
p16     
"Campo di Fiori es la gran plaza laica de la vieja Roma: la único, creo, que carece de iglesia y de vírgenes en las esquinas". /.../ Campo no descansa nunca. De madrugada se instala el mercado, que se recoge a mediodía para dejar espacio a los paseantes y las terrazas; en cuanto oscurece se convierte en una zona de juerga nocturna..."
p25
"Ángel bebía vino; yo, cerveza, Peroni doppio malto, la llamada gran riserva, una de las mejores que se fabrican en Italia. Artesanales al margen, la mejor es la Menabrea, piamontesa, pero no resulta demasiado fácil encontrarla en Roma."
p26
"hablaban mucho del 68, de las barricadas del 69, de la efervescencia de los 70. En esos años se quebró el sueño propiciado por el desarrollismo democristiano y el cine (desde Vacaciones en Roma a La dolce vita o Un americano en Roma) y se entró en la "década del plomo": terrorismo, hiperpolitización, la sombre inminente de la revolución o el golpe de Estado."
p31
"el centro [de Roma], aún no tan homogeneizado como los de otras ciudades (quedan carpinteros, zapateros remendones, artesanos de la piel, barberos de toda la vida), proporciona algo parecido a una placidez provinciana. Quienes habitan ese microcosmos se conocen unos a otros, se saludan por la calle, comentan los eventos futoblísticos y se cuentan las batallitas cotidianas."
p 33
"hace muchos años era costumbre entre los católicos pudientes hacer donaciones al papa, destinadas al auxilio de los peregrinos, al pago de la dote de doncellas menesterosas y asuntos por el estilo. Después de 1870, cuando desaparecieron los Estados Pontificios, quedó en Roma un patrimonio inmobiliario [la Obra Pía] y su gestión fue asignada a la Embajada de España ante la Santa Sede. No la propiedad, sólo la gestión,. En realidad no hay propietario en un sentido estricto porque los bienes son inajenables. Durante casi todo el sigle XX, la embajada española alquiló las viviendas a las fuerzas vivas de la sociedad romana y a españoles aproximadamente ilustres con residencia en la ciudad. Los precios eran políticos, es decir, absurdamente bajos. Tras una serie de embrollos y denuncias, el Ministerio de Asuntos Exteriores intentó, con el inicio del siglo XXI, administrar todos esos pisos de forma profesional. Sigue funcionando, sospecho, a base de influencias y amiguismos, pero los precios son ya casi los de mercado. Yo solicité y obtuve un piso normalito en Santa Chiara, por dosmil euros mensuales."
p 34
"El Campo de Marte fue un ensanche de la Roma imperial. La ciudad nació en las colinas del Capitolio y el Palatino, tuvo una extensión monumental en los Foros, disponía de un puerto fluvial (el actual Testaccio) y un barrio de pescadores (Trastevere), y en el momento de mayor grandeza creó en el Campo de Marte un barrio de templos, palacios, estadios y teatros."
p 35
"[en el Palazzo Grazioli] hay un salón que reproduce con total precisión, banderas y bustos incluidos, la sala de consejos de ministros del Palazzo Chigi (se pronuncia "Quichi"), sede de la Presidencia del Gobierno. Berlusconi se lo hizo construir durante el mandato de Romano Prodi, cuando se encontraba en la oposición, para apaciguar el síndrome de abstinencia del poder."
p 40
Lista de cafés recomendados: Caffé San Eustachio (en la plaza del mismo nombre, p 42), La Tazza d'Oro (en la plaza del Panteón, p 44).

"... pero su argumento a favor de Berlusconi fue el que más escuché después entre sus seguidores: la alternativa a Il Cavaliere, la izquierda, resultaba mucho más temible."
p 57
"Con frecuencia se afirma que en Italia manda la estética sobre la ética. En otro lugar hablamos de la equivalencia que el lenguaje italiano otorga a los conceptos "bello" y "bueno", y "feo" y "malo". Italia fue la cuna del fascismo y durante décadas contó con el Partico Comunista más poderoso de Europa occidental; tanto el fascismo como el comunismo ocultaban un horror ético (siempre pensaré, lo siento, que al menos en teoría, fue más horroroso el fascismo) bajo una estética portentosa: las masas, los desfiles, los símbolos, los colores, desplegados en iconografías irresistibles. Sospecho que fue el aspecto estético de ambas ideologías lo que sedujo a los italianos."
p 60
"La figura central, aunque no la más visible, de la sociedad italiana es la mamma. Es ella quien se encarga de perpetuar la italianidad de Italia y la romanidad de Roma."
p 67
Divertidas anécdotas sobre la mamma en las páginas 65 (poli y ladronzuelo) y 66 (autobusero).

"el romano, el italiano en general, es incapaz de decir cuatro frases sin soltar alguna palabra inglesa, pronunciada de forma extremadamente discutible. /.../ En gran parte del mundo se utiliza, para definir algo que va en aumento, la palabra crecendo. Un italiano preferirá la inglesa scalation."
p 73
"La comida romana suele basarse en productos muy pobres. /.../ la pagliata es intestino de cordero lechal. Ocurre que el intestino no se limpia: se deja en el interior el excremento, de origen lácteo y con un sabor vagamente agrio, no muy distinto del requesón."
"Esta receta tan tradicional [alla carbonara] la inventó algún romano en 1944 o 1945, aprovechando el huevo en polvo y el tocino que traían las tropas estadounidenses. /.../
Dos detalles eruditos: en Roma no se utiliza como tocino la pancetta, sino el guanciale, hecho con la carne que rodea la quijada del cerdo; el queso que se emplea es el pecorino local, no el parmesano o imitaciones."
p 77 y 78
"Las verduras italianas son excelentes. /.../ En cuanto a las alcachofas, violáceas, alcanzan un nivel sublime en Roma."
P 79
Los restaurantes recomendados: Matricianella (casquería), La Montecarlo (pizzería), Le Vele (pescados), la Vineria Reggio en Campo de Fiori y  La Pollarola.

" el Vaticano no nada en la abundancia. /.../ Las relativas estrecheces económicas del Vaticano se notan en la gotera de los edificios o en el mobiliario roñoso de las oficinas. Los propios apartamentos papales /.../ son de una austeridad notable.
Otra cosa es la habilidad para sacar dinerillos de cualquier parte. De los viajes del Papa, por ejemplo. Los periodistas tienen que pagar un pastón exagerado por un asiento en el avión papal [de 6000 a 12000€] porque financian el desplazamiento del Papa y de su amplia comitiva. /.../ El arreglo funcionaba muy bien con Juan Pablo II, cuyo atractivo mediático resultaba extraordinario. Funciona peor con Benedicto XVI..."
p 95 y 96
"Quise darme ánimos con un capuccino y entré en la cafetería contigua. Pedí la bebida, me la prepararon y pregunté el precio. "Cuatro euros", me dijeron. Estupefacto, iba a echar mano a la cartera cuando escuché una voz a mis espaldas. "Macché, questo qui lavora qua, nella Sala Stampa". El cajero reaccionó al instante: "Ah, dottó, non sapevo, alora sono sttenta centessimi". O sea, que si era turista, cuatro euros; si no, setenta céntimos."
p 98
"Ese día [el día siguiente a la muerte de Juan Pablo II] llegó a haber más de un millón de personas, un millón de verdad, en torno a San Pedro; cada vez que algen dice que tal o cual manifestación ha reunido a un mill, recuerdo el 3 de abril, comparo y sonrío. Quien dice algo así no ha visto en su vida un millón de personas juntas"
p 101
"[Ratzinger] muestra una clara propensión hacia la especulación filosófica y está poseído por la manía de conciliar la razón y la fe.
Los esfuerzos en ese sentido me resultan absurdos. No hace falta tener fe en la temperatura de ebullición del agua: está perfectamente comprobada. En cambio, es imprescindible la fe para enfrentarse a un misterio como el de la exintencia o inexistencia de Dios./.../
No soy un admirador fanático de la especie humana /.../ No creo en Dios /.../ pero mi escepticismo ante lo humano es tan grande que defiendo una norma de vida técnicamente insostenible e indudablemente conservadora: pensar y obrar como si Dios existiera, como si hubiera que rendir cuentas; recurrir, en fin, a aquello que antes, cuando existía, se llamaba conciencia."
p 103






No hay comentarios:

Publicar un comentario