Sarah Gristwood
Random House Mondadori, 2010
“A esta hora hay algo
mágico en la Quinta Avenida”
Libro de cuidado diseño, tapa dura, gran cantidad de fotografías de gran formato, e interesante texto, donde la autora desgrana los entesijos de todas las etapas de la película: desde la genésis del proyecto y la filmación hasta las influencias que generó.
“La conversión de
Tiffany en un escenario de película comenzó el sábado a las cinco
y media de la tarde, cuando la tienda cerró para el fin de semana.
Un equipo de 10 hombres trabajó hasta medianoche construyendo las
plataformas para las cámaras, instalando los focos y cubriendo los
pasillos de madera noble con rollos de papel de embalar marrón para
que no se rayasen”.
P 11
“La heroína de Capote,
a diferencia de la Holly de la película, se acostaba con hombres a
cambio de dinero /.../ El escritor era una figura anodina (de
sexualidad inexplorada), muy distinto del fornido Peppard. No había
ninguna posibilidad de que él fuese el héroe romántico de Holly;
al contrario, era el eterno extraño que desea desesperadamente
entrar en el círculo. Nada que ver con Peppard, pero tal vez sí con
Capote”.
P 20
“La novela, de cien
páginas, tuvo una gestación problemática. /.../ Desayuno en
Tiffany iba a publicarse primero en la revista Harper's Bazzar
y, poco después, en formato libro. /.../ la editora [de la revista]
retiró la novela porque temía que Tiffany, que era un importante
anunciante de la revista, encontrase indignante la profesión de
Holly y el lenguaje de Capote, así como la bisexualidad de Mag
Wildwood, amiga de Holly”.
P 22 y 23
“... al cabo de dos
meses una noche se despertó [George Axelrod, guionista] a las tres
de la madrugada y dijo: “¡Ya lo tengo! Ya sé cómo convertir
Desayuno en Tiffany en película”. Ya tenía pensada toda la
historia de amor... porque poseía experiencia suficiente con las
perversas actitudes de Hollywood y sabía que tenía que hacer
ciertas cosas”.
P 37
“Marilyn era muy obvia.
Pensamos que podíamos encontrar algo mejor”, explicó Shepherd
[copodructor] años después. /.../ “La Paramount no creyó que
ella [Audrey] lo interpretase. Era una dama tan dulce, tan
convencional”, dice Shepherd, y Blake Edwards coincide con él. “No
creo que la mayor parte del público de aquellos tiempos realmente
considerase a Audrey Hepburn una prostituta, una chica de compañía”,
dijo. “Y apuesto a que, incluso después de la película, muchos no
llegaron a entender del todo lo que hace Holly”. Lo que ocurría
era que ni Jurow ni Shepherd [los dos coproductores de la película]
habían imaginado nunca a Holly como una prostituta.
P 43
“Me daba un miedo
terrible no ser adecuada para el papel. Creía que carecía del
adecuado sentido de la comedia. Aquel papel requería un personaje
extrovertido y yo soy introvertida /.../ “Fue lo mejor que hice
porque fue lo más difícil”.
P 46
“Anna Frank y yo
nacimos el mismo año [1929], vivimos en el mismo país,
experimentamos la misma guerra, pero ella estaba encerrada, y yo,
fuera. Leer su diario era como leer mis propias experiencias desde el
punto de vista de ella. Me dejó destrozada”.
Avanzada su carrera, los
medios discutirían lo ilógico que había resultado que la elegante
Hepburn encarnara a los desgraciados personajes de Eliza Doolittle
[My fair lady] y Holly Golightly, cuando en realidad era una de las
pocas actrices de su generación que sabían lo que era pasar hambre.
P 51
“Era, básicamente, una
persona muy insegura y esa misma inseguridad era la que llevaba a
todo el mundo a enamorarse de ella” dijo su hijo Sean Hepburn
Ferrer [aunque convivir con ella supongo que no sería tan bonito]
p 55
“... desde que tuve a Sean me aferré
a mi matrimonio por su bien y empecé a lamentar el tiempo que pasaba
lejos de él en los rodajes. Esa era verdaderamente yo. Las películas
eran cuentos de hadas”.
P 61
Décadas después, su
compañero Robert Wolders diría: “A Marilyn Monroe seguramente le
hubieran permitido interpretar el personaje como era en el libro
pero, por suerte, a Audrey no le permitieron hacerlo. Me descubro
deseando que hubiese podido interpretar el papel tal como estaba
escrito. La gente no sabe lo terrenal y auténtica que Audrey podía
ser”. Y la propia Audrey dijo: “Siempre me he preguntado si
arriesgué lo suficiente en esa interpretación. Tendría que haber
sido un poco más extravagante, pero en aquel momento, como madre
primeriza, eso fue todo lo alocada que pude ser”.
P 61
El relato de Capote “no
era en realidad una historia para el cine”, explicó Axelrod a la
revista Magazine cuando se estrenó la película. “En el libro no
ocurría nada, realmente. Lo único que teníamos era esa muchacha
gloriosa, un papel perfecto para Audrey Hepburn. No queríamos hacer
otra Tía y mamá o Soy una cámara y, sin embargo, aquí teníamos
el mismo problema: no había héroe, sólo un narrador neutro y
distante. Lo que tuvimos que hacer fue inventar una historia, una
relación romántica en el centro del argumento...”.
P 63
“... puede parecer
perverso que, de una manera concreta, el guión de George Axelrod
aumentara realmente la tensión sexual de la novela de Capote
inventando el personaje de “2-E” (así llamada por sus iniciales,
E.E., de Emily Eustace), la acaudalada mujer mayor que mantiene al
joven escritor. Hoy día, en que la libertad sexual de Holly es la
norma, cuesta entender esa decisión y nos resulta muy fácil tragar
que ella se acuesta con hombres por dinero. Sin embargo, encontrar un
hombre que lo haga, sobre todo si se trata de un hombre que tiene
talento para otras cosas, todavía provoca ciertos prejuicios.
Los motivos de George
Axelrod son interesantes. Tras convertir el personaje del escritor
pasivo de Capote /.../ en un “ardiente heterosexual, teníamos que
mantenerlo aparte, o el público se habría preguntado por qué no se
juntaban y ya está. Nuestra solución fue tenerlos a los dos
ocupados en que otros los mantuvieran. Por eso, en la única escena
de cama de la película, él está tan cansado que no puede hacer
nada”.
P 69
Desayuno con diamanates fue
realmente la película que estuvo a punto de no exisitir. Capote no
quería a Hepburn, Blake Edwards no quería a George Peppard, y el
propio Blake Edwards era el segundo nombre propuesto para la silla de
director. /.../ Axelrod y Edwards tuvieron desavenencias sobre los
escenarios y también en la transición de novela a película, donde
se suavizaron las tensiones sexuales del guión. Por fortuna, los
papeles secundarios encajaron más fácilmente.
P 72
La ciudad de Nueva York
desempeña un papel tan importante como el de George Peppard en la
historia de amor de Audrey Hepburn
p 97
Para tratarse de una
película tan relacionada con NY, resulta sorprendente lo poco de DCD
que se rodó en la ciudad. Ocho días de rodaje en exteriores
llevaron al equipo al paseo central de Central Park, al exterior
del depósito de detención de mujeres de la calle Décima, a una
casa de ladrillo marrón rojizo en la calle Setenta Este, a los
escalones de la puerta de la Biblioteca Pública de NY y /.../ a
Tiffany. /.../ [Sin embargo, pareció demasiado esfuerzo ya que]
en aquellos tiempos casi todo se rodaba en estudios /.../ en el solar
de la Paramount que cuenta con más de 150 edificios y daba empleo a
unas 2500 personas cada día. /.../ Con sus 46 fachadas rematadas por
rótulos luminosos /.../ el patio trasero de NY podía recrear el
aire y el ambiente de seis manzanas neoyorquinas distintas. /.../ En
1983 un fuego devastó [parte] del patio trasero de la Paramount,
/.../ [por ejemplo] el callejón donde se rodaron las escenas finales
de DCD.
P 101 y 103
La relación de ambas
actrices -y también del director- con Peppard, distó mucho de ser
feliz. “George llegó al rodaje absolutamente convencido de su
potencial de estrella y pensando que su papel era el auténtico
centro de atención”. /.../ Había además una gran diferencia en
el estilo de trabajar de cada uno. Peppard era analítico, un actor
del Método que miraba en su interior a fin de encontrar un mayor
realismo para su papel, mientras que Hepburn se dejaba llevar por la
intuición, o siguiendo las instrucciones que los viejos y grandes
directores [y su marido Mel Ferrer] con los que había trabajado eran
más que capaces de darle. /.../ “Trabajar con Blake Edwards era
hermoso, lo mismo que con Audrey [a pesar de que sólo compartieron
una escena]”, escribió [Neal] en su autobiografía, As I am.
“Sólo el espléndido George parecía impaciente y frustrado. Su
personaje poseía una vulnerabilidad maltrecha que resultaba
absolutamente atractiva, pero que no se correspondía con la imagen
de protagonista que tenía George. Parecía que quería ser un
machote como los de las películas de los viejos tiempos”. /.../
Recuerda que Peppard y Blake “se las tuvieron durante casi todo el
rodaje y, en una ocasión, casi llegaron a las manos. Al final,
George, interpretó el papel como quiso”.
p 106
Años más tarde el
director habló con tristeza de cómo la interpretación de Hepburn,
durante los primeros días del rodaje, estaba influida por alguien
más, aparte de él. “Ensayábamos y luego ella llegaba a la mañana
siguiente y hacía algo totalmente distinto” /.../ “[Mel] no
aceptaba que las interpretaciones de Audrey no fuesen asunto suyo”.
/.../ [King] Vidor lo explica diciendo: “Tuve la sensación de que
Audrey necesitaba a alguien que tomara las decisiones por ella”
/.../ Finalmente, Edwards habló a solas con Hepburn y le dijo que
solo tenía un director. “Tal vez no sea el mejor, pero es el que
te ha tocado”, le advirtió. Así que, o ella interpretaba tal como
habían decidido juntos que lo haría o él, el director, se
marcharía. “El asunto terminó allí”, dice Edwards. “A partir
de ese momento, confió por completo en mí”.
P 109
El memorable escenario de la
fiesta debe muy poco a Capote, o siquiera al guión de Axelrod /.../
“No me gusta planear la escena de antemano. Cuando el reparto es el
adecuado y el guión es brillante como éste, me presento en el plató
y hago lo que me sale de forma natural. El guión no concretaba
apenas artificios de una fiesta y eso significaba que yo tenía que
intervenir. Pedí champán y montamos una fiesta de verdad. Reuní a
los actores [no eran extras] y les dije que todos tendrían que
inventar algo”, explicó Edwards. /.../ “Nos limitamos a dar
vueltas por allí, a ver qué locura desenfrenada podíamos crear”,
dice Miriam Nelson, una amiga que interpreta el papel de la chica que
discute con el tipo del parche en el ojo.
P 119 y 122
Sheperd señala que toda la
escena del robo en la tienda es otra en la que Edwards, ayudado por
una música ritual, da una nueva dimensión a la película que el
guión no comtemplaba. “Ahí es cuando un director como Blake
realmente se gana su reconocimiento.” Esta sería la escena
favorita de Hepburn.
P 127
Ginny, la esposa de Mancini,
recordó que, si bien él tardó un mes en inspirarse [el compositor
había declarado que “Fue una de las cosas más difíciles que haya
escrito nunca porque no me imaginaba qué podía cantas esa dama en
la escalera de incendios”], solo estuvo “unos veinte minutos”
componiendo la canción.
P 141
Pero, mientras el film se
rodaba, los tiempos ya estaban cambiando. La nueva generación quería
nuevos mitos y los nuevos directores hacían películas más
realistas. Por su público y sus actores DCD había sido un paso en
esa dirección, pero la censura que la había limitado pronto
desaparecería.
P 175
Datos de la película:
Breakfast at Tiffany's 1961
Dirrgector Blake Edwards
Reparto: Audrey Hepburn (Holly
Golightly), George Peppard (Paul Varjack), Mikey Rooney (Sr.
Yunioshi), Patricia Neal (Emily Eustace), Buddy Ebsen (Doc), José
Luis de Villalonga (José da Silva Pereira), Dorothy Whitney (Mag
Wildwood), John McGiver (dependiente de Tiffany), Martin Balsam (O.J.
Berman), Alan Reed (Sally Tomato) y Stanley Adams (Rusty Trawler).
Guión: George Axelrod
Novela original: Truman Capote
Música: Henry Mancini
Vestuario: Hubert de Givenchy (AH)
Productores: Martin Jurow y Richard
Shepherd
Distribuidora: Paramount
http://www.reelclassics.com/Movies/Tiffanys/tiffanys.htm
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