sábado, 15 de octubre de 2011

Caravaggio




Eugenio Carmona Mato
Historia 16, 1996

Compré este librillo hace ya mucho años, supongo que aprovechando alguna oferta de una librería deseosa de quitarse género anticuado. A lo largo de este tiempo he intentado varias veces leérmelo, pero fracasé una vez tras otra. El estilo narrativo no es fluido, el lenguaje es, en ocasiones, técnico, y mis conocimientos de arte insuficientes para mantener la atención en un texto tan denso. Sin embargo, una reciente visita a Roma y la observación en vivo de varias de sus obras me ha devuelto el interés por Caravaggio y me ha impulsado a comprar un par de libros más sobre él. Después de leer estos textos y todo lo que he ido encontrando por internet, he vuelto a releer el viejo librillo y... voilá!!! Empecé a leer de corrido, sin atascarme en ningún punto y cuando sobrepasé el primer capítulo, todo se hizo más fácil ya que deja de tratar las características generales de la obra del pintor, para comentar cronológicamente cuadros que yo conocía.
El texto sigue siendo espeso, a mi parecer, y necesita de unos conocimientos previos sobre pintura en general y sobre Caravaggio en particular para poder comprenderlo aunque sea mínimamente. El autor del libro es catedrático de Historia del arte en la Universidad de Málaga y aunque conocimientos parece que tiene, el aspecto divulgativo no está muy trabajado. Al final, y después de un largo empeño, he conseguido adentrarme un poco más allá de los datos biográficos pintorescos de Caravaggio (su carácter pendenciero y su participación en la muerte de una persona), y comprender algunas de las características de su pintura: sus colores, el uso de la luz bien para crear una atmósfera teatral bien para participar de la narración del cuadro (la luz es a veces un protagonista más del cuadro, como en La vocación de San Mateo), el realismo de sus figuras humanas (copiadas casi siempre de modelos en vivo), la escasez de elementos en sus cuadros (hay pocos objetos y figuras y casi nunca muestra datos del lugar, sino que las figuras destacan sobre un fondo plano, a menudo oscuro; de ahí que se le relacione a Caravaggio con el origen del "tenebrismo", idea equivocada ya que hace hincapié en la falta de luz cuando una de las principales novedades de la obra de Caravaggio es, precisamente, la luz), sus composiciones con medias figuras, tan cercanas a nuestra forma de ver porque guardan gran relación con el plano medio en fotografía, y objetos y perspectivas que parecen salirse del cuadro, destruyendo la barrera entre el observador y el cuadro, y especialmente, su interpretación cotidiana de hechos y personajes religiosos (los santos casi nunca aparecen con halo, muchos son viejos, con los pies descalzos y sucios, no suele haber querubines flotando en radiantes nubes... ). Todas estas características juntas en la misma obra supusieron un gran salto con respecto al arte que se hacía en aquel tiempo (no hay más que comparar las obras de Carvaggio con las de cualquiera de los artistas italianos coetáneos suyos) y el arte clásico del Renacimiento. Sus contemporáneos reaccionaron con estupor, muchos con admiración (fue un pintor muy famoso y copiado en vida) y otros con indignación, al sentir que Caravaggio no respetaba el decoro debido a los temas y personajes sagrados cuando los copiaba de mendigos o prostitutas. Algunas de sus obras destinadas a ser exhibidas en el interior de iglesias fueron rechazadas y tuvo que volver a pintarlas ajustándose más a las demandas de cada caso. 
Aún hoy, cuando admiramos sus cuadros no en un museo fuera del contexto original para el que fueron creados, sino en una iglesia, en las iglesias a las que fueron destinadas algunas de esas obras, su pintura nos impresiona, nos descoloca y nos produce una inconsciente sensación de incomodidad. Sus cuadros no encajan con lo que se espera de ellos, como nadie espera encontrarse una fotografía de Humphrey Bogart en un altar.


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