sábado, 6 de julio de 2013

Alicia anotada

 

Charles Dodgson, alias Lewis Carroll

Martin Gardner
AKAL, 2010.
El libro fue escrito en 1960 y esta edición en castellano en gran formato es la tercera reimpresión de la edición de 1984. La obra presenta dos grandes atractivos para el lector: por un lado, el gran trabajo de recopilación de datos y anécdotas tanto del autor Lewis Carroll como de la obra por parte del matemático Martin Gardner, y por otro, los maravillosos dibujos originales del ilustrador John Tenniel. Como toda obra anotada, la enorme proliferación de notas al margen convierte, a veces, la lectura del libro en un ejercicio largo y tedioso (especialmente cuando la nota en el margen es mucho más extensa que el párrafo al que alude y termina una o dos páginas más allá). Además la traducción  al castellano de la obra y de las notas hace que muchas de las notas sobre los poemas originales en los que se basó Lewis para escribir los suyos pierdan todo su significado y carezcan de interés. Sin embargo la mayoría de las veces las notas aportan detalles que ayudan a contextualizar la obra en su época y en el entorno cultural y personal del autor que de otra manera nos perderíamos. "La obra es un par de cuentos [repletos de chistes y disparates] escritos para lectores británicos de otro siglo y necesitamos saber muchísimas cosas que no están en el texto si queremos captar todo su sabor y su gracia. Peor aún: algunos chistes de Carroll sólo podrían entenderlos los residentes de Oxford; otros, más personales, las encantadoras hijas del decano Liddell nada más", escribe Martin Gardner en la introducción. Algo parecido a lo que se enfrenta cualquier turista del siglo XXI cuando mira un pórtico románico: toda la simbología del pórtico está dirigida a un público de hace 900 años que la entendía perfectamente, pero que cuyo significado se escapa totalmente al público actual y se hace necesario la ayuda e interpretación de expertos para poder entenderla más allá de la mera contemplación estética.
Mi conocimiento sobre estos famosos cuentos previo a la lectura de esta obra provenía únicamente de la película animada de Walt Disney: ¡ni siquiera sabía que en realidad eran dos cuentos (Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo y lo que Alicia encontró allí)! Me ha resultado muy agradable comprobar que la película es bastante fiel al relato original, aunque hay varias escenas y personajes están tomados del segundo cuento, A través del espejo, como por ejemplo la inefable pareja Patachunta y patachún, que son los protagonistas del capítulo IV o la canción del sombrerero loco "Feliz no-cumpleaños" que está tomada de un diálogo de Alicia con Tententieso en el capítulo VI. Otros personajes secundarios tan queridos como la oruga fumadora, el gato Chesire o el mismo sombrerero loco son descritos y dibujados en la película de animación tal cual aparecen en el libro, aunque estos dos últimos no se encuentran en el manuscrito original que Lewis regaló a su musa, la niña  Alicia Liddell, y son añadidos posteriormente.
Algunas de las anotaciones que más me han interesado son, precisamente, las que hacen referencia a alguno de estos personajes, que aunque secundarios, para mí, son mucho más simpáticos, agradables y divertidos que la misma protagonista, que siempre me ha parecido irritante y mandona (algo parecido a lo que me sucede con el irritante Piolín y el lindo gatito Silvestre):
Anotación 2 del capítulo VII de Alicia en el país de las maravillas
"Sonríe como un gato un gato de Cheshire" era una expresión corriente en tiempos de Carroll. Se desconoce su origen. Las dos principales teorías son: (1) Un pintor natural de Cheshire (condado donde nació Carroll), pintaba leones sonrientes en las enseñas de las posadas de la región. (2) Los quesos de Cheshire se moldeaban en otro tiempo en forma de un gato sonriendo. "Ésta tiene un atractivo carrolliano especial", escribe la doctora Phyllis Greenacre en su estudio psicoanalítico de Carroll, "ya que sugiere la fantasía de que el gato de queso puede comerse a la rata que quiera comerse al queso".
p 80.
Anotación 7 del capítulo VII de Alicia en el país de las maravillas
La frase "loco como un sombrerero" era corriente en los tiempos de Carroll /.../ y muy probablemente deba su origen al hecho de que hasta hace poco los sombrereros se volvían efectivamente locos. El mercurio utilizado para tratar el fieltro (hoy día existen leyes que prohíben su empleo en la mayoría de Estados [de EEUU] y en casi todas las regiones de Europa) era la causa más normal del envenenamiento por mercurio. Las víctimas adquirían un temblor, llamado "del sombrerero", que les afectaba a los ojos y miembros y les embarullaba el habla. En los estados avanzados, tenían alucinaciones y otros síntomas psicóticos.
p 86.
La imagen de La Duquesa, por otro lado, parece que surgió de la imaginación de Tenniel y de la influencia de una pintura flamenca del siglo XVI. Se cree que la dama retratada en esa obra padecía la enfermedad de Paget, una oteitis deformante.
p 79 Anotación 1.
Las notas de Gardner también sirven para destruir toda la mitología que el propio Carroll construyó sobre su obra y limpiar de todo adorno y romanticismo la creación de la misma. Alicia en el país de las maravillas  comienza con unos versos ("En plena tarde dorada navegamos lentamente...") que evocan aquella supuesta tarde del 4 de julio de 1862 en que Carroll y su amigo el reverendo Robinson Duckworth llevaron a las tres encantadoras hermanas Liddell a una excursión en barca por el Támesis. /.../ El recorrido de la excursión fue de unas tres millas, empezó en Folly Bridge, creca de Oxford, y terminó en el pueblo de Goldstow. "Tomamos el té allí, en la orilla", consigna Carroll en su diario. /.../ Siete meses más tarde añade a esta anotación el siguiente comentario. "En esa ocasión les conté el cuento de las aventuras de Alicia bajo tierra..." /.../ Pero según los datos del departamento meteorológico de Londres en las proximidades de Oxford ese día fue "frío y bastante lluvioso"
p 21-23 Anotación 1.
Lo que no aclaran las anotaciones de Gardner es la naturaleza de las relaciones de Carroll con las múltiples niñas, incluida la alter ego de la protagonista, con las que trababa amistad, a las que hacía múltiples regalos y a las que fotografiaba. Muchas de estas niñas eran hijas de amigos y profesores de Oxford y no parece que hubiera nunca ninguna sospecha ni queja por parte de sus padres. No deja de sorprender que en la ultra puritana sociedad victoriana estas relaciones estuvieran aceptadas. Si trasladamos la situación a nuestros días no creo que nadie dudara de que se trataba de una pederastia encubierta y edulcorada.
La obra de Carroll ha sido fuente inagotable de metáforas para todo tipo de hipótesis y teorías científicas tanto en el campo de las matemáticas como en otras áreas como la biología o la física. Hay una hipótesis evolutiva llamada Reina roja (para más detalles ver el interesante libro The Red Queen de Matt Ridley), que explica, entre otros hechos, la coevolución experimentada tanto por depredadores como por las presas, basada en uno de los pasajes más célebres de la obra en el que la Reina roja y Alicia echan a correr, pero por mucho que corran y por muy deprisa que fueran seguían siempre en el mismo sitio:
-Bueno, en nuestro país -dijo Alicia jadeando todavía un poco-,habríamos llegado a algún sitio... si hubiéramos estado corriendo deprisísima tanto tiempo, como hemos corrido aquí.
-¡Pues sí que es lento ese país! -dijo la Reina-. Aquí, como ves, necesitas correr con todas tus fuerzas para permanecer en el mismo sitio. Si quieres ir a otra parte, tienes que correr lo menos el doble de deprisa.
p 197 y 198.
Curiosamente este pasaje lo tenía confundido en mis recuerdos infantiles de Disney y lo atribuía a la Reina de Corazones.

Más citas:

Parece que el tema del espejo fue una adición tardía al relato, Tenemos la palabra de Alicia Liddell de que buena parte del libro está basada en cuentos sobre el ajedrez que Carroll les contó a las pequeñas Liddell en una época en que estaban aprendiendo entusiasmadas a jugar a ese juego.
Hasta 1868 no intervino otra Alicia, Alicia Raikes, prima lejana de Carroll, al sugerirle el motivo del espejo. Así es como contó ella el hecho en el Times de Londres, el 22 de junio de 1932:
“De pequeñas, vivíamos en Onslow Square y jugábamos en el jardín, detrás de las viviendas. Charles Dogson solía ir allí a estar con un viejo tío, y pasear arriba y abajo, con las manos detrás por la franja de césped. Un día, al oír mi nombre, me llamó y me dijo: “Conque tú eres otra Alicia, ¿eh? Yo quiero mucho a las Alicias. ¿Te gustaría venir a ver algo asombroso?”.
Le seguimos a su casa, que, como la nuestra, daba al jardín, y pasamos a una habitación llena de muebles, con un espejo alto de pie en un rincón.
“Vamos a ver”, dijo, dándome una naranja, “primero dime en qué mano la tienes”. “EN la derecha”, dije yo. “Bueno”, dijo él, “ve y ponte delante de ese espejo, y dime en qué mano la tiene la niña que ves en él”. Después de mirar un rato perpleja, dije: “En la izquierda”.
“Muy bien”, dijo él, “¿y cómo explicas eso?”. Yo no sabía explicarlo, pero viendo que esperaba una solución, aventuré: “Si yo estuviera en el otro lado del espejo, ¿no seguiría estando la naranja en mi mano derecha?”
Recuerdo que se echó a reír. “Bien dicho, Alicia”, dijo él. “Es la mejor respuesta que me han dado hasta ahora”.
Entonces no supe nada más, pero años después me contaron que él había dicho que le había sugerido la primera idea para A través del espejo, uno de cuyos ejemplares me envió, como hizo con cada uno de sus otros libros, regularmente.”
Anotación 4, cap 1 p 170
"¿Oyes la nieve contra los cristales de la ventana, Kitty? ¡Qué delicada y suave suena! Exactamente como si alguien besase la ventana desde fuera. Me pregunto si amará la nieve a los árboles y los campos, a los q besa con tanta dulzura"
p 168
-Ahora está soñando -dijo Patachún-; ¿Con quién dirías tú que está soñando?
-Eso no se puede saber -dijo Alicia.
-¡Pues contigo! -exclamó Patachún palmoteando triunfalmente-. Si dejase de soñar contigo, ¿dónde crees que estarías tú?
-Donde estoy ahora, naturalmente -dijo Alicia.
-¡Ni mucho menos! -replicó Patachún con desprecio-. No estarías en ninguna parte. ¡Vamos tú no eres más que un objeto soñado por él!
p 223 y 224
Hay aquí, en los sueños paralelos de Alicia y el Rey Rojo, una extraña especie de petición de principio. Alicia sueña con el Rey Rojo, el cual está soñando con Alicia, que a su vez sueña con el Rey Rojo, y así sucesivamente, como dos espejos frente a frente, o como esa absurda caricatura de Saul Steinberg en la que una señora delgada que está pintando el retrato de una señora gorda que pinta el retrato de una señora delgada, y así sucesivamente, cada vez más adentro de los dos lienzos.
Anotación 7 p 224
-Cuando yo empleo una palabra -dijo Tententieso en tono despectivo- significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos [El ex-presidente José Luis Rodríguez Zapatero acuñó una célebre frase con la que sustentó buena parte de las actuaciones de sus dos legislaturas que parece una paráfrasis de este diálogo: "Las palabras deben estar al servicio de la política, y no al revés"].
p 252
En matemáticas se gastan iguales cantidades de energía en discusiones inútiles sobre el “significado” de expresiones tales como “número imaginario”, “número transfinito”, y demás.
Anotación 6 p 253
-No sabe la Sustracción -dijo la Reina Blanca-. ¿Sabes la división? a ver, divide un pan con un cuchillo..., ¿qué resultado te dará?
-Creo... -empezó Alicia, pero la Reina Blanca contestó por ella. "Pan-con-mantequilla, naturalmente. Pureba a calcular otra sustracción- Quítale el hueso a un perro; ¿qué os queda?".
Alicia reflexionó. "El hueso no quedaría, naturalmente, si se lo quito... y el perro tampoco, porque echaría a correr detrás de mí para morderme... ¡y desde luego, yo tampoco!".
-Entonces, ¿crees que no quedaría nada? -dijo la Reina Roja.
-Creo que ese sería el resultado.
-Mal, como siempre -dijo la Reina Roja-: quedarían los estribos del perro. /.../ El perro perdería los estribos, ¿no es así? /.../ ¡Así que si se fuera el perro, se quedarían los estribos! -exclamó triunfal la Reina.

p 298



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